jueves, 15 de septiembre de 2011

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Todavía una canción de amor

No te fíes si te juro que imposible,
no dudes de mi duda y mi quizás.
El amor es igual que un imperdible
perdido en la solapa del azar...
La luna toma el sol de madrugada,
"nunca jamás" quiere decir "tal vez".
La muerte es una amante despechada
que juega sucio y no sabe perder.

Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte,
que no salgo a buscarte porque sé
que corro el riesgo de encontrarte;
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor;
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor.

No corras si te llamo de repente,
no te vayas si te digo "piérdete":
a menudo los labios más urgentes
no tienen prisa dos besos después.
Se aferra el corazón a lo perdido,
los ojos que no ven miran mejor.
Cantar es disparar contra el olvido,
vivir sin ti es dormir en la estación.

Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte,
que no salgo a buscarte porque sé
que corro el riesgo de encontrarte;
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor;
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor...

Joaquín Sabina

http://www.youtube.com/watch?v=eyYoDCS4qPQ

martes, 13 de septiembre de 2011

Pasión

Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.

                             Cristina Peri Rossi

domingo, 4 de septiembre de 2011

Dar vueltas en la cama es perderse en el mundo

A veces los insomnios se comportan
como trenes pacíficos.
No viajan a la duda, no recorren
las estaciones del dolor, no insisten
en la daga obsesiva de la culpa,
no muerden el paisaje de lo que se ha perdido.

Para llamar al sueño
el optimismo escucha caracolas.
Un murmullo de almohada envuelve razons
del amor a la vida.

Ese primer paseo en alguna ciudad
que tiembla todavía en manos del viajero.
La luz del aire limpio después de haber querido
un pacto sin demonios
con la serenidad de los recuerdos.
Una puesta de sol en la Bahía
cuando el cielo se pierde como las aves rojas
que vuelan con sigilo a la oscuridad.
El desnudo paciente que nos cierra los ojos
para vivir por dentro una camisa.
El desnudo impaciente que nos abre las sábanas
y llega a convencernos de que a pesar de todo
es noble la mirada de este mundo imperfecto.
Una conversación donde ella me cuenta
las cosas de su día
antes de que yo cuente las horas de su noche.
La amistad, esa luna que rueda por el tiempo
y que brilla redonda hasta la madrugada.
El whisky inolvidable de los libros
y las conversaciones.
El viejo mar cansado que hace preguntas grises
y espera las respuestas azules que le damos
a cualquier inocente.

Los sueños que respiran junto a mi
sin pegarme codazos cuando se dan la vuelta.
Los sueños que hoy aprenden a dormir en mi cama
mientras sigo despierto.
Aquel rincón sin prisas en el río Genil
con un atardecer a precios populares
que llenó mi reloj de otoños y alamedas.
El agua lujuriosa de la ropa empapada,
el frío que persigue los pezones.
La ley de los borrachos,
las leyes del humor y la gravedad.
El nombre de mis hijos.
La humedad de la fruta y el orden alfabético.
El muchacho que vio la nieve pensativa
en la ventana de un poema.
El tigre que ha pasado por el puente de Brooklyn
para que se refleje su piel en los cristales
tardíos en Manhattan.
La rosa en duermevela del insomnio pacífico.
La loba con su amor innumerable
confundido en mi cuerpo.

                                      Luis García Montero




sábado, 3 de septiembre de 2011

Morir en la orilla











Morir en la orilla es rozar
con la punta de los dedos
la estela que deja tu sombra
frente a mis labios.

Morir en la orilla es
dar esquinazo a los sueños,
resignarse al silencio,
dejar que la lluvia ahogue el deseo, tu voz.
Morir en la orilla es conformarse con haber nadado.