Es porque todo pasa y nada queda
-salvo las palabras cicatrizadas,
una fecha de cumpleaños
y tu imagen entre otras
en una zona de vigilancia-,
es porque te miras fijamente en el espejo
y no consigues
no verte extraño
-otro, más cansado, o tanto
como tú-,
es porque ya no te quedan distritos
dentro d’esta ciudad
para empezar a construir recuerdos,
porque nos vemos lejanos, distintos
en todas las fotografías
que faltan de publicar.
Es porque nada de lo que digo
acaba de acercarse,
tanto como me gustaría,
a todo lo que significo.
Es porque el sol ya comienza
a tener ojeras. Porque redacto sin vacilar
nuevos contratos
y viejas deudas,
y porque dibujo los mismos emblemas
de colores apagados, sin brillo.
Porque sólo me veo trascendente
si te detienes y me preguntas
por qué soy un destino.
Juan Behekoa
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