Somos lo que quisimos:
parásitos del desastre,
torpezas que se suman
y acaban confundiendo
los sueños con la luz
de otro crepúsculo.
¿Qué importan nuestros nombres,
si somos partidarios
de la causa perdida
o de los que ganaron
el escaño infeliz de nuestros miedos?
Katy Parra
viernes, 10 de enero de 2014
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