jueves, 10 de abril de 2014

Pedro Andreu, Ángel González, Garcilaso de la Vega


Anatomía de un ángel hembra

Si yo fuese Dios, si pudiese, si supiese
el secreto primero de la vida, si me dejaran:
te crearía tal cual eres: tu misma risa
que me tiembla aquí adentro, tus tobillos,
tu forma de mirarme, de jugar con el puzzle
de tristezas que forman mi pasado, tu boca
que esparce, Laura, en aire asalvajado
epidemias de besos como pájaros, que desordena
el caos que llevo dentro por no querer
amarte, y sin embargo..., mira, me desarmas.
Si yo fuese Dios...¡Qué carajo! Prefiero
apenas ser un hombre, saber que existe el fuego,
que vos podéis quemarme, que vos tenéis
la hoguera, que por vos debo arder,
que tú a mí
me quemas.
                                       Pedro Andreu

Me Basta Así

Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.

                                               Ángel González

Soneto V
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.
Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.


                                                    Garcilaso de la Vega

1 comentario:

  1. tengo un puñadito de "poemas favoritos", son diez o doce... éste de Ángel González es uno de ellos.
    :-*

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