lunes, 9 de junio de 2014

No te he abandonado,
mis cosas no te hablaran del nunca
pero es que había en ese silencio mucho ruido
y las avispas que te daban miedo
parecía que habían hecho nido en mis ojos
estaba muy deshilachado ya
para sostenerte...

Ahora, silente,
cautivo adrede en otro orden
como en una casa dónde he prohibido tu perfume
dónde no voy llenando los rincones de promesas
estoy buscándome nuevo en otro azul.

Estoy sin estar
sé que es algo raro y tú no lo sabes
pero, a veces, te cobijo...
te pienso
y el día acaba pareciéndose a ti...

No te he abandonado...
Tal vez volverán los momentos del vino
de películas turcas y boleros
donde entonces tú no protagonizes el estribillo.
De colocar de nuevo las ventanas...
Pero tenía despeinada la vida
busqué la sed que calma el agua
algo semejantea los dedos protectores tras el raso...
Y estas palabras de fogueo corroboran, hablan,
mienten sólo en la mitad de su imagen
cuando te dicen que sigo estando.

Borra mis huellas anteriores, bórralas
menos el deseo a todo lo tuyo...
Imaginame intacto y desconocido
como el destino deseado que sólo conoces por postales...

Me fui porque te parecía triste la música si yo la cantaba
estas alegrías sonaban por quebrantos...
Me fui porque tus brazos compartían el vuelo con las aves 
que huyen de las estaciones del frío... 
Me fui porque iba tanto a buscarte 
que me cruzaba de vuelta conmigo
y se me iban enredando las ganas en el desconsuelo...
Me fui porque estas manos ya querían saberte de memoria...

No te he abandonado,
sólo me he ido leve
el tiempo de un contraluz, 
un ensayo,
un desvelo,
lo que tarda en derretirse el alma de una vela...

Me fui porque esta esperanza era un asiento vacío
en un carruaje de plomo
con un caballo de piedra
sobre un puente de cerillas.

No te he abandonado...
Y créeme si te digo que estoy cerca,
justo en la distancia de los pasos 
que me protejan de intentar quererte de nuevo...
Y créeme si te digo que estoy lejos,
pero justo en la distancia de los pasos 
que me permitan volver a tu lado si te hiere la vida...

                          Rubén Tejerina

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